Por Silvia Amarayo, militante kolla del PTS
La Quiaca, ciudad jujeña
fronteriza a Bolivia, se encuentra conmocionada, es que Gloria y
Antonella, dos adolescentes, desaparecieron cuando en su colegio se estaba
festejando la fiesta del estudiante. Este festejo es uno de los más importantes
en la provincia de Jujuy, realizándose desfiles de carrozas y elecciones de
reinas. La reina provincial históricamente ha sido elegida entre jovencitas
blancas provenientes de importantes familias de clase media y alta del valle
jujeño. Gloria y Antonella quizás en algún momento soñaron con ser
reinas, pero la realidad que el capitalismo impone a las jóvenes kollas de
sectores trabajadores y populares es muy diferente a esa fantasía de coronas de
filigrana y mantos de paño. Es que es difícil ser reinas en un mundo de gusanos
capitalistas.
A pesar de su desaparición se
realizaron los desfiles en La Quiaca, este año las carrozas debían llevar un
moño negro en señal de luto por este hecho y por el suicidio de una pareja de
estudiantes secundarios. Mientras esperamos que comience el desfile, María, la
maestra de primaria de una de ellas, la recuerda como una niña que debía cumplir
“obligaciones de grande” en su casa, lo que la llevó a repetir
distintos grados y expresa su deseo de que se haya ido voluntariamente,
escapando de esa vida. Esa vida común a muchas mujeres de la puna, golpeadas por
el capitalismo, por ser mujeres, por pertenecer a un pueblo
oprimido, por ser de sectores trabajadores y populares. Mujeres kollas que al
ingresar a la escuela enfrentamos el desprecio de la cultura
dominante hacia nuestra propia cultura, que sufrimos el desarraigo, la soledad y
la discriminación al trasladarnos a pueblos y ciudades para poder estudiar o
trabajar, que somos explotadas como obreras rurales al “bajar a la cosecha” con
nuestras familias, que nuestro cuerpo y nuestra cara son menospreciados por no
responder al estereotipo de belleza blanco y occidental impuesto
por los medios, que somos mayoría entre las trabajadoras desocupadas y las
precarizadas, que si decidimos abortar debemos hacerlo de manera clandestina
poniendo en riesgo nuestras vidas, que enfrentamos al estado y a las mineras que
expropian y contaminan nuestro territorio.
Gloria y Antonella … desaparecidas
hace tres semanas, la justicia y la policía, a pesar del reiterado pedido de las
familias de que se lo caratule como trata de personas, investigaron su caso como
“fuga de hogar” realizando allanamientos en casas de conocidos de las chicas
mientras tanto el tiempo pasaba. En las radios se escuchan
reclamos de mayor seguridad, paradójicamente, en La Quiaca por ser zona de
frontera se concentran la policía provincial, la federal, la infantería, la
gendarmería, es claro que estas fuerzas están orientadas principalmente a
reprimir las luchas, como lo hicieron en 2007 cuando desalojaron la
municipalidad tomada por trabajadores desocupados, mientras tanto encubren los
negocios millonarios que involucran el tráfico de drogas y personas, y
“legitiman” su presencia maltratando y humillando a los que transitamos
por las rutas de la zona, sustrayendo pequeñas cantidades de hojas de coca,
frutas y vegetales. También la iglesia tomo posición a través de Jesús Olmedo,
referente de esta institución que en la puna impuso a generaciones de mujeres el
modelo de la abnegación y la sumisión, quien declaró públicamente que para él no
era un caso de trata y llamó a orar por su aparición. Las familias recientemente
denunciaron que desde la municipalidad a cargo de un intendente K se las
presionó para que no saquen los ”trapitos sucios” de las mafias
del poder.
A pesar de las maniobras del
gobierno, la justicia, la policía y la iglesia, se realizan marchas exigiendo la
aparición de las estudiantes y de Ariel Llampa, joven desaparecido también hace
casi un año. Para conseguirlo, es necesario confiar en nuestras propias fuerzas
y profundizar el camino de la movilizaciòn avanzando en la coordinación de
familiares, estudiantes, docentes y organizaciones sociales. Las mujeres y hombres de la
puna históricamente nos hemos levantado enfrentado la adversidad y
protagonizando luchas por nuestros derechos territoriales,
sindicales, por mejores condiciones de vida. Con la consolidación y el avance
del capitalismo en estas tierras las formas de violencia hacia nosotras, las
mujeres, se han profundizado, por ello es preciso destruir de raíz este mundo de
gusanxs capitalistas uniendo fuerzas con todxs lxs oprimidxs y explotadxs, no
para ser reinas, sino dueñas de nuestro destino.
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